Opinión: Els “Angelets” de la Purísima

Los franceses abren el curso escolar dando un impulso a la laicidad de la enseñanza en un Estado, como el español, sin confesión religiosa.

Aquí las cosas no ruedan igual. Recuerdo haber leido y escuchado a autoridades religiosas que la enseñanza laica beneficia a las confesiones religiosas, afirmación que comparto al ciento por ciento. Insisto, en España y, concretamente en Ontinyent, se está muy lejos de situarnos en una sociedad más independiente. A la controversia surgida en la Asociación de la Purísima al destituir el Arzobispo al presidente electo, José Campos, a los variados argumentos que se esgrimen en defensa de unos y otros, quiero introducir el juicio de la responsabilidad del que persona alguna debe escapar.

Hace más de 20 años se aprobaron los actuales estatus de la sociedad y en todo este tiempo nadie ha reclamado que se volviera al estatus anterior al control canónigo. Por tanto, los que pertenecen a la asociación que no se rasguen las vestiduras contra una decisión jerárquica, que a la postre es estatuaria. Si los socios de la Purísima no han reclamado la vuelta a la sociedad civil, sus normas democráticas y su aceptación por los resultados acontecidos tras unas elecciones, los que no aceptamos ninguna intromisión de otra autoridad que no sea la del estado de derecho valoramos como autoritarias, tiranas, la decisión eclesiástica de anular las elecciones.
Julio Cesar asesinado por Bruto.

Si los socios purisimeros quieren que el Arzobispo siga tomando decisiones unilaterales, allá ellos con su responsabilidad, pero mientras no levanten el carácter canónigo de los estatutos, mejor calladitos y asumiendo las consecuencias.

En una sociedad tan cerrada como la de la Purísima, donde el debate interno es inexistente, la influencia de unos pocos y la presencia de conspiradores, aduladores y espías, propicia el ambiente para que se produzcan puñaladas traperas. O sea, de angelets, nada. No descarto que Campos sea la víctima de una vendeta o conspiración para que otros asuman el poder. Pero en principio, él es tan responsable como cualquier otro socio.

Roma locuta, causa finita. Esta frase se utilizaba en el Imperio Romano para referirse al fin de un contencioso importante en los límites del imperio, después de que el Senado decidiera. Una vez Roma hablaba, se daba cerrojazo al asunto. No se acabará el suceso de la Purísima como el rosario de la aurora, porque Roma ha escuchado y basta. A Dios lo que es de Dios … etc, etc, etc.