Ontinyent vivía el viernes pasado uno de los días más señalados del año para muchos de sus habitantes: el día de la Entrada de Moros y Cristianos. Si miles eran los participantes activamente en estos desfiles, el público asistente al acto central de las fiestas mayores de la ciudad se contaba en decenas de miles, repartidos al recorrido entre la Avenida Almaig, la Avenida 
Entre los asistentes que acompañaban el Alcalde Jorge Rodríguez en la tribuna de autoridades estaban dos Diputados en las Cortes Generales: El socialista Ximo Puig (también Secretario General del PSPV-PSOE) y Joan Baldoví (COMPROMIS-Equo), así como las Directoras Generales de Acción Social y Mayores (Pilar Albert) y de Familia y Mujer (Celia Ortega), el portavoz de COMPROMIS en Les Corts (Enric Morera) o los Diputados provinciales Toni Gaspar y Máximo Caturla. Entre las personalidades del mundo empresarial y asociativo, destacaba sobre todo Salvador Navarro, actual Presidente de CEV, Vicepresidente de CIERVAL y miembro de la Junta de la CEOE.
La tarde festera comenzaba con la capitanía cristiana, en la que la comparsa Estudiantes apostaba por la Cultura como fórmula para salvar el mundo. Con este “leit motiv” ponian en escena un “boato” que, por una vez, dejaba de lado las armas y el hierro para mostrar en su lugar pupitres, pizarras y experimentos, sin dejar atrás sus peculiares tenedores, cucharas o lápices. Los Estudiantes representaban plásticamente el pensamiento aristotélico respecto del aprendizaje y el conocimiento, una idea que quedaba reflejada en la carroza donde se apilaban cientos de libros sobre los que aparecía la capitana, Carolina Conejero.
En cuanto a la Embajada cristiana, a cargo de la comparsa Almogàvers, mostraba cómo era la vida de estos soldados mercenarios en la época de la Reconquista, en la que fueron utilizados, entre otros, por el rey Jaume I. Ballets con lanzas y gritos arrancaban aplausos por parte del público, mientras águilas a caballo anunciaban la llegada del embajador y abanderado 
Ya por la noche, la Avenida Daniel Gil se convertía en un mar de gente, luz y color, donde espectaculares carrozas-barco navegaban homenajeando la tradición marinera y comercial de los pueblos árabes, así como su vocación exploradora y viajera. Esta transformación era posible a través de la capitanía de la comparsa Moros Marinos, que, con el capitán Juan José Barber al frente, narraba en 7 actos un viaje por “7 mares”, el largo viaje que los comerciantes y navegantes árabes emprendían de forma regular el siglo IX, entre dos mundos bien distantes: Bagdad, capital del califato de los abasíes y China de la dinastía Tang, en el equivalente marítimo de la “Ruta de la Seda”.
Una capitanía en la que no faltaban los espectaculares ballets, y que daba gran importancia a la música y los efectos sonoros, donde a las tradicionales bandas se añadían grandes altavoces ocultos en decorados móviles, grupos de dulzainas, percusión y metal. Previamente a todo, junto a los guiones, se repartían abanicos entre el público para sofocar la calurosa noche ontinyentina.
En cuanto a la embajada, los Moros Españoles, responsables de la misma, escenificaban -conjugando historia y ficción-los días previos a la entrada del rey Jaume I en Ontinyent el 29 de septiembre de 1244. Con el embajador y el abanderado moro de este año, Gaspar Alcaraz y Alejandro Garrido como protagonistas, la comparsa ponía en escena caballos de batalla y exóticos ballets, que se alternaban con carrozas simulando torres y castillos, una de ellas idéntica al castillo de fiestas que se encuentra en la Plaza Mayor de Ontinyent.
