Hoy me siento Flex. Ayer mismo hice una columna, una de esas en las que te sientes reivindicativo y respetuosamente crítico con las estupideces que están haciendo quienes nos gobiernan. Pero me acabo de dar cuenta de que, increíblemente, su fanatismo de talibanes económicos va a hacer buena la estupidez de ZP. Hoy, cuando me decidía a corregir la columna, me ha ocurrido algo que me ha obligado a reescribirla.
Preguntando información sobre las tasas de acceso a la Universidad, me he encontrado con que el hecho de rellenar cinco papelitos ahora te cuesta la friolera de 77€. Siendo buenos y pensando que alguien tenga un sueldo de mileurista, -lo cual hoy en día es mucho pedir- se le va aproximadamente el 7% de sus recursos en estas fotocopias.
Por otra parte, nuestro querido y magnífico amigo Ansar que nos la coló con lo de Bolonia –tanto que nos enteramos diez años después del asunto- ayudó a instaurar un sistema educativo que restringe las horas de estudio e imposibilita eso de estudiar y trabajar.
Ahora, sus herederos suben las tasas, las matrículas y te obligan a aprobar el 100% y el 85% de las asignaturas (en grados e ingenierías respectivamente) si quieres recibir becas. Y para rematar, si suspendes una asignatura porque eres un ser humano mortal imperfecto -no como ellos que son todos unos hachas de matrícula para arriba- te pueden llegar a triplicar el precio de esos créditos. Ahora bien, nos encontramos con el siguiente panorama:
- No puedes ganar dinero extra pero te suben las tasas, la matrícula y te penalizan los créditos suspendidos llegando hasta a triplicarlos.
- Te quitan tiempo de estudio debido a la ingente cantidad de trabajos que debes hacer, pero debes sacar tiempo de estudio para aprobar el 100% de las asignaturas.
Así que sí, ahora solo podrán estudiar dos tipos de personas: La gente inusualmente inteligente o aquellos que tengan familias lo suficientemente adineradas como para mantener ese ritmo de gastos. Entonces, después de esta parrafada, llego a una conclusión terrible y demoledora para mis argumentos en los días que corren. Soy un demagogo. Sí, soy un demagogo ¿qué le voy a hacer?
Hay quién se hace neoliberal o se pega cabezazos contra las paredes. Resulta que esa mala práctica que llevaban a cabo muchos políticos de izquierdas, y luego también utilizó el PP en su última campaña, consistente en ganarte los halagos del pueblo con la crítica fácil se ha generalizado de manera pavorosa. Ahora es demagogo el que dice que los políticos nos han llevado hasta aquí, es demagogo el que asegura que no les meten mano a la banca como se debería, es demagogo el que dice que sanidad y educación son gastos menores en el conjunto de presupuestos del Estado. Por citar un ejemplo, diré que Sanidad ha recibido 2.309 millones de €, Educación ha recibido 3.088 millones de €, Defensa 6.316 millones de € y en gastos se les van 2.200 milloncejos… casi lo mismo que en Sanidad, fíjate tu qué cosas. Pero claro, se me olvida que decir estas cosas dentro de poco será terrorismo… manda huevos. Y claro, siempre hemos dicho que una de las grandes diferencias entre una democracia y una dictadura es que –por lo menos- puedes mentarles a la madre y a todos los antepasados cuando te plazca, sobre todo en España que somos muy castizos para estas cosas.
Así está el patio señoras y señores, ahora habrá quien diga que los estudiantes son unos vagos, que es lo que hay, que hay que apretarse las tuercas y ese largo etcétera de mentiras repetidas hasta la saciedad para que parezcan medias verdades. Yo solo digo que quién quiera entender que entienda y quién no quiera entender… pues ya sabe lo que le toca. Tragar y callar, pero que no nos moleste a los que no nos parece bien que nos den por culo sin vaselina. Aunque es posible que haya a quiñen le guste… en este mundo tiene que haber de todo.
